Tuvo la mala suerte de encontrar en su camino a una patrulla de soldados. La violaron uno a uno, la vejaron, la maltrataron, se mofaron de ella, sus risas todavía suenan en su cerebro. No pudo interrumpir el embarazo, la moral y las buenas costumbres la obligaron a tener un hijo. Era muy joven, no tenía nada, ni siquiera la ayuda necesaria para sobrevivir. Fue trasladada a otro pueblo para internarla en un correccional; allí mientras duró su embarazo fue repudiada, era una oveja descarriada, una echada a perder, era una mujer de la calle.
El hijo que tuvo no tenía padre, era un hijo engendrado con mofa, odio, abuso, asco, ese niño es de madre soltera, nunca sabrá quién es su padre. Cuando sea mayor, cuando entienda lo que la madre le va a contar, querrá saber por qué su madre no tuvo derecho a decidir sobre su maternidad.
Hoy nos seguimos preguntando ¿Cómo es posible que sectores de esta sociedad anclados en el feudalismo puedan intimidar, presionar, obstaculizar a un gobierno elegido democráticamente, para que las mujeres puedan decidir sobre su cuerpo?
¿Hasta cuándo vamos a seguir soportando esta infamia Sr. ZP?
El lastre que lleva en su partido páseselo al original, al genuino, al partido conservador.
jueves, 24 de enero de 2008
viernes, 18 de enero de 2008
Contribuyentes
"El dinero donde mejor está es en el bolsillo del contribuyente". Esta frase, pronunciada por el Sr. Pizarro en su presentación como futuro ministro de economía, me trae recuerdos del Sr. Rato, de la dama de hierro y de la política fiscal de EEUU.
"Al Estado ni agua", esa era mi frase preferida acabada la dictadura. Para qué voy a dar dinero al Estado si éste no me da ninguna asistencia y la que me da, es mala.
Volviendo sobre la primera frase, ¿qué es lo que ha querido decir el Sr. Pizarro? ¿que sólo tendrán dinero los que contribuyen, es decir, los que tienen trabajo y son asalariados? O bien seguirá pensando como su antecesor que cuanto menos dinero se de al Estado mejor, es decir, menos impuestos. La política económica de la derecha siempre ha sido la misma: privatizarlo todo y dejar al Estado como mero garante de que los servicios básicos funcionen (ejército, policía, guardia civil, jueces, fiscales, parlamento e iglesia, católica apostólica y romana).
Pienso que la segunda opción es la que nos ha querido transmitir. Esta es una propuesta muy peligrosa; en el Reino Unido el desmantelamiento del estado social en pro de lo privado le costó al ciudadano casi dos legislaturas del Sr. Blair para recuperar parte de esas prestaciones del Estado. Y en EEUU se pagan menos impuestos, pero a cambio hay más de veinte millones de ciudadanos viviendo de limosnas.
Miremos hacia los países con más prestaciones sociales y veremos que el ciudadano está comprometido con sus impuestos y exige a sus gobernantes transparencia en sus cuentas.
"Al Estado ni agua", esa era mi frase preferida acabada la dictadura. Para qué voy a dar dinero al Estado si éste no me da ninguna asistencia y la que me da, es mala.
Volviendo sobre la primera frase, ¿qué es lo que ha querido decir el Sr. Pizarro? ¿que sólo tendrán dinero los que contribuyen, es decir, los que tienen trabajo y son asalariados? O bien seguirá pensando como su antecesor que cuanto menos dinero se de al Estado mejor, es decir, menos impuestos. La política económica de la derecha siempre ha sido la misma: privatizarlo todo y dejar al Estado como mero garante de que los servicios básicos funcionen (ejército, policía, guardia civil, jueces, fiscales, parlamento e iglesia, católica apostólica y romana).
Pienso que la segunda opción es la que nos ha querido transmitir. Esta es una propuesta muy peligrosa; en el Reino Unido el desmantelamiento del estado social en pro de lo privado le costó al ciudadano casi dos legislaturas del Sr. Blair para recuperar parte de esas prestaciones del Estado. Y en EEUU se pagan menos impuestos, pero a cambio hay más de veinte millones de ciudadanos viviendo de limosnas.
Miremos hacia los países con más prestaciones sociales y veremos que el ciudadano está comprometido con sus impuestos y exige a sus gobernantes transparencia en sus cuentas.
jueves, 17 de enero de 2008
Sin señas de identidad
Hoy en día poca gente vota por sus convicciones políticas, sino por el marketing, el oportunismo, el voto útil, el voto de castigo… nada que ver con el compromiso.
Cuando preguntas al líder de la oposición (en estos momentos) dónde sitúa a su partido, te responde que en el centro, progresista y popular. Si haces lo mismo con el líder del partido que gobierna (de momento) te dirá que es un partido de izquierdas moderado, progresista y con vocación de centro. Lo mismo ocurre con los partidos nacionalistas, son de centro y progresistas.
¿Y a la derecha? ¿Quién la representa? Da la sensación de que a ese sector de la sociedad nadie lo quiere en sus listas. La izquierda lo tiene claro, sus reivindicaciones dejan al descubierto sus intenciones, nada que ocultar. La derecha también lo tiene claro, valores como la familia, la iglesia, el ejército, un poder judicial represor y vigilante de las libertades. Y el dominio de la economía.
Con esa descripción, pocos votos... ¿Qué hacer? Existe una gran masa de ciudadanos sin señas de identidad (un 40% aproximadamente) que votan según se desarrolle la campaña de publicidad, de ahí que los partidos con opción de gobierno se vuelquen hacia ese sector anodino. Esto ocurre en casi todos los países: nadie quiere asumir el papel de la derecha, unos se dicen republicanos, demócratas cristianos, radicales (por lo de la raíz), populares, social demócratas. Todos ellos son de derechas, defienden los intereses de la derecha, pero esta palabra asusta, de ahí esa confusión que existe entre los ciudadanos para poder diferenciar unos programas de otros.
La derecha es una opción tan valida como la de izquierdas en un sistema democrático; lo que hay que exigir es que cada opción deje claro y por escrito sus señas de identidad.
Cuando preguntas al líder de la oposición (en estos momentos) dónde sitúa a su partido, te responde que en el centro, progresista y popular. Si haces lo mismo con el líder del partido que gobierna (de momento) te dirá que es un partido de izquierdas moderado, progresista y con vocación de centro. Lo mismo ocurre con los partidos nacionalistas, son de centro y progresistas.
¿Y a la derecha? ¿Quién la representa? Da la sensación de que a ese sector de la sociedad nadie lo quiere en sus listas. La izquierda lo tiene claro, sus reivindicaciones dejan al descubierto sus intenciones, nada que ocultar. La derecha también lo tiene claro, valores como la familia, la iglesia, el ejército, un poder judicial represor y vigilante de las libertades. Y el dominio de la economía.
Con esa descripción, pocos votos... ¿Qué hacer? Existe una gran masa de ciudadanos sin señas de identidad (un 40% aproximadamente) que votan según se desarrolle la campaña de publicidad, de ahí que los partidos con opción de gobierno se vuelquen hacia ese sector anodino. Esto ocurre en casi todos los países: nadie quiere asumir el papel de la derecha, unos se dicen republicanos, demócratas cristianos, radicales (por lo de la raíz), populares, social demócratas. Todos ellos son de derechas, defienden los intereses de la derecha, pero esta palabra asusta, de ahí esa confusión que existe entre los ciudadanos para poder diferenciar unos programas de otros.
La derecha es una opción tan valida como la de izquierdas en un sistema democrático; lo que hay que exigir es que cada opción deje claro y por escrito sus señas de identidad.
Que ahorren ellos
Hace muchos años íbamos a ver jugar al fútbol a las tres de la tarde. El motivo de tan temprano horario era que a las seis de la tarde ya no se veía el balón. Esa forma de ver fútbol coincidía con que España era pobre.
Pasaron los años, llegó la tele y con ella el progreso: el fútbol se juega por la noche y los jugadores se forran, los presidentes de los clubes son como los presidentes del gobierno y todo ello gracias a la energía eléctrica. Hoy cualquier instalación deportiva al aire libre tiene sus cuatro o cinco o seis torres con pantallas de luz encendidas para que cuatro jóvenes den cuatro patadas a un balón. El consumo de una torre es de aproximadamente 15.000 vatios a la hora, que multiplicado por cuatro torres y por cuatro horas de consumo, nos dan 240 KW, el equivalente al consumo medio de tres viviendas durante un mes.
Visto lo anterior y vista la cara de un ministro recomendando no utilizar el mando a distancia para apagar la tele, no puedes evitar que te venga a la mente la frase “que ahorren ellos”.
Si los partidos de fútbol, baloncesto, rugby, entrenamientos, seniors, juniors, alevines, infantiles, se jugaran a las tres de la tarde, se produciría un gran ahorro energético, habría menos “chorizos" en el deporte, los jugadores ganarían menos, los presidentes de los clubs serían aficionados, y todos seríamos más felices.
Pasaron los años, llegó la tele y con ella el progreso: el fútbol se juega por la noche y los jugadores se forran, los presidentes de los clubes son como los presidentes del gobierno y todo ello gracias a la energía eléctrica. Hoy cualquier instalación deportiva al aire libre tiene sus cuatro o cinco o seis torres con pantallas de luz encendidas para que cuatro jóvenes den cuatro patadas a un balón. El consumo de una torre es de aproximadamente 15.000 vatios a la hora, que multiplicado por cuatro torres y por cuatro horas de consumo, nos dan 240 KW, el equivalente al consumo medio de tres viviendas durante un mes.
Visto lo anterior y vista la cara de un ministro recomendando no utilizar el mando a distancia para apagar la tele, no puedes evitar que te venga a la mente la frase “que ahorren ellos”.
Si los partidos de fútbol, baloncesto, rugby, entrenamientos, seniors, juniors, alevines, infantiles, se jugaran a las tres de la tarde, se produciría un gran ahorro energético, habría menos “chorizos" en el deporte, los jugadores ganarían menos, los presidentes de los clubs serían aficionados, y todos seríamos más felices.
jueves, 10 de enero de 2008
El nacionalismo
El nacionalismo es como la religión, para captar adeptos utiliza el mismo lenguaje: el espíritu, la casa, la familia, la sangre, la vida y la muerte. Palabras que no dicen nada pero que quedan bien. Creo que ya se ha dicho casi todo sobre el problema del nacionalismo, lo que ocurre es que como no tiene solución inmediata hay que seguir hablando de él. Al igual que las religiones, el nacionalismo utiliza lenguajes equívocos, es decir, utiliza términos que no son ciertos. Un nacionalismo no puede ser de izquierdas, el trabajador es universal y sus reivindicaciones son, han sido y serán siempre las mismas; no puede ser integrador, la identidad nacional es diferenciadora, separatista (divide al mundo trabajador), clasista (nativos y extranjeros), racista, no le gustan las mezclas con otros pueblos; es autoritario en sus planteamientos con los ciudadanos.
Cuando oyes la palabra izquierda abertzale, se te viene a la mente el libro de Lenin sobre la enfermedad infantil de la izquierda: cuanto más radical, más engorda el estado represivo. En nombre de una nación o religión se han cometido tantas atrocidades que hoy en día, cuando ves a dirigentes nacionalistas hablar en el parlamento y proponer soluciones para convivir en paz, piensas que el tiempo es el único que cura esta enfermedad.
La barbarie es el punto más alto de la locura por conseguir imponer estas doctrinas.
Cuando oyes la palabra izquierda abertzale, se te viene a la mente el libro de Lenin sobre la enfermedad infantil de la izquierda: cuanto más radical, más engorda el estado represivo. En nombre de una nación o religión se han cometido tantas atrocidades que hoy en día, cuando ves a dirigentes nacionalistas hablar en el parlamento y proponer soluciones para convivir en paz, piensas que el tiempo es el único que cura esta enfermedad.
La barbarie es el punto más alto de la locura por conseguir imponer estas doctrinas.
miércoles, 9 de enero de 2008
El tendal
Hace algunos años la ropa se secaba al sol, colocada cuidadosamente sobre la cuerda y sujetada con unas pinzas se dejaba durante un tiempo hasta que quedaba lista para su planchado. Este artilugio para tender la ropa era el tendal, a mi modo de entender, un medio de comunicación; era el símbolo de la transparencia, no se ocultaba nada, si había muchas sabanas tendidas es que se habían mudado las camas, si había ropa íntima (calzoncillos, bragas, sostenes…) es que se habían duchado, si había paños higiénicos, es que la vecina había tenido la regla. Todo tenía su mensaje, limpieza, transparencia y al mismo tiempo era lugar de encuentro. Hoy todo se oculta. Las normas técnicas de edificación, la seguridad, la estética, los avances tecnológicos... Los tendales están siendo perseguidos, son peligrosos, denuncian mucho. La forma de eliminarlos ya la conocéis, maquinas secadoras, ropa de usar y tirar, lo contrario de lo que la sociedad está reclamando para combatir el cambio climático.
El tendal ya no sirve como elemento de cohesión social, en las comunidades ya no se conocen los vecinos, no se habla, las tristezas y alegrías no se comparten, ha desaparecido el lugar de encuentro. En su lugar nos queda la fachada y tras ella el ocultismo, el individuo, el despilfarro.
El tendal ya no sirve como elemento de cohesión social, en las comunidades ya no se conocen los vecinos, no se habla, las tristezas y alegrías no se comparten, ha desaparecido el lugar de encuentro. En su lugar nos queda la fachada y tras ella el ocultismo, el individuo, el despilfarro.
viernes, 4 de enero de 2008
Como enseñanza
La guerra vista desde el punto de vista histórico sólo sirve como enseñanza: los errores cometidos no deben volver a repetirse.
Hoy he visitado la exposición de Agustí Centelles, fotógrafo y reportero en la guerra civil española. La obra contempla la guerra desde una persona comprometida con la República; sus fotos describen las sensaciones vividas desde el primer día del golpe militar hasta su salida de España como refugiado. La vida en el campo de refugiados en Francia y su posterior vuelta a España también son reflejados con la misma intensidad que la contienda. Probablemente esta exposición en un espacio más amplio hubiera sido más completa, no obstante es de agradecer el esfuerzo llevado a cabo por el Ayuntamiento de Barcelona por traer a Madrid esta gran obra.
Lo que realmente quiero destacar de esta exposición es la descripción de lo sucedido a través de instantáneas. El trabajo de este fotógrafo fue incansable, no solamente reflejaba lo que pasaba en el frente, en las barricadas, sino que también entraba en lo cotidiano, en el día a día, en la retaguardia, en el mundo de los niños, en los edificios; estuvo en todos los lugares, ésa es la sensación que te queda cuando terminas el recorrido. A través de sus fotos vas viendo como se fue desarrollando la guerra, desde el primer día hasta el último. En ellas ves la euforia, el dolor, el horror, el desánimo, la muerte, el destierro, y también logra transmitir la fuerza con la que un pueblo intenta defender el valor supremo de la libertad.
Su escritura en blanco y negro nos describe la alegría y la tristeza, con sonrisas y lágrimas.
Hoy he visitado la exposición de Agustí Centelles, fotógrafo y reportero en la guerra civil española. La obra contempla la guerra desde una persona comprometida con la República; sus fotos describen las sensaciones vividas desde el primer día del golpe militar hasta su salida de España como refugiado. La vida en el campo de refugiados en Francia y su posterior vuelta a España también son reflejados con la misma intensidad que la contienda. Probablemente esta exposición en un espacio más amplio hubiera sido más completa, no obstante es de agradecer el esfuerzo llevado a cabo por el Ayuntamiento de Barcelona por traer a Madrid esta gran obra.
Lo que realmente quiero destacar de esta exposición es la descripción de lo sucedido a través de instantáneas. El trabajo de este fotógrafo fue incansable, no solamente reflejaba lo que pasaba en el frente, en las barricadas, sino que también entraba en lo cotidiano, en el día a día, en la retaguardia, en el mundo de los niños, en los edificios; estuvo en todos los lugares, ésa es la sensación que te queda cuando terminas el recorrido. A través de sus fotos vas viendo como se fue desarrollando la guerra, desde el primer día hasta el último. En ellas ves la euforia, el dolor, el horror, el desánimo, la muerte, el destierro, y también logra transmitir la fuerza con la que un pueblo intenta defender el valor supremo de la libertad.
Su escritura en blanco y negro nos describe la alegría y la tristeza, con sonrisas y lágrimas.
jueves, 3 de enero de 2008
El río
¿Se imaginan un planeta donde el calendario no existiera? Pienso que no, que no tenemos esa capacidad de abstracción. Esta forma de contabilizar nuestro tiempo se nos graba de pequeños y ¡hala! hasta que la muerte nos sorprenda. Hay unos pocos que sí disfrutan de ese estado feliz: los recién nacidos, los vagabundos o los llamados pobres de solemnidad y también los moribundos. A ellos poco les importan los plazos para hacer la declaración de la renta, la fecha para sacar el DNI, la edad de emancipación, la fecha de los exámenes…
Está claro que el que lo inventó sabía que a partir de ese momento habría unos que mandaban y otros que obedecían y al que faltara a esa indicación le caería el peso de la ley.
La vida de las personas es como un río y las fechas son como esclusas, pequeños obstáculos que impiden que la vida fluya en todos los sentidos. Hoy todo se planifica, se contabiliza, se gestiona, y nos cuentan que es en pro del avance, de la productividad, de la eficiencia, "management"… y algunas palabrotas más.
Lo cierto es que la felicidad se logra cuando el control del tiempo no existe, cuando el calendario se ha quedado caduco, cuando el mañana se asocia al nacimiento del día.
"El río de la vida", qué título tan bonito para mi próximo libro; cuando os digan “feliz año” vosotros contestad "feliz día".
Está claro que el que lo inventó sabía que a partir de ese momento habría unos que mandaban y otros que obedecían y al que faltara a esa indicación le caería el peso de la ley.
La vida de las personas es como un río y las fechas son como esclusas, pequeños obstáculos que impiden que la vida fluya en todos los sentidos. Hoy todo se planifica, se contabiliza, se gestiona, y nos cuentan que es en pro del avance, de la productividad, de la eficiencia, "management"… y algunas palabrotas más.
Lo cierto es que la felicidad se logra cuando el control del tiempo no existe, cuando el calendario se ha quedado caduco, cuando el mañana se asocia al nacimiento del día.
"El río de la vida", qué título tan bonito para mi próximo libro; cuando os digan “feliz año” vosotros contestad "feliz día".
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