miércoles, 27 de noviembre de 2013

¡¡NO SE ENTERAN!!

Piensan que con un congreso extraordinario, o una conferencia entre congresos, es suficiente para ganarse la confianza de los ciudadanos, ¡qué idiotas! A los "socialistas" españoles les pasa como al resto de los socialdemócratas europeos, no creen en un proyecto social. Del congreso celebrado últimamente en Andalucía solamente se pueden sacar en limpio palabras vacías, frases grandilocuentes, propaganda electoral y poco más.
El aparato del partido sigue intacto. La empresa PSOE quiere volver a la Moncloa y no sabe muy bien cómo hacerlo. Según las encuestas, la desafección de la ciudadanía sigue en el mismo nivel. ¿Alguien en el congreso se ha hecho la pregunta del porqué de este abandono? Pues no, nadie lo ha planteado públicamente, abiertamente. A lo más que han llegado es a pedir perdón por los errores cometidos. ¿Qué errores fueron?, ¿qué medidas correctoras van a aplicar para no volver a las andadas?, ¿se han analizado las causas y se han pedido responsabilidades? ...
Se dice que el PSOE hace política de derechas con un mensaje de izquierdas. En sus últimos mensajes ya no se habla ni se menciona la palabra "izquierda", lucha de clases, socialismo,... Su caladero para captar votos está en ese centro progresista, anodino y acomodado que dependiendo de cómo venga el viento, vota PP o PSOE.
Se dice que la izquierda no ha sabido dar soluciones a esta crisis, ­en todo el mundo, no piensen que es un problema de este país­. La izquierda no ha tenido el coraje ni el valor para defender derechos fundamentales logrados a través del tiempo y con un gran esfuerzo. Ha seguido el juego de la derecha y se ha metido en el fango sin herramientas para poder salir de él.
Del congreso de Sevilla, los ciudadanos esperaban compromisos claros, no promesas, apuestas claras en temas que hoy nos tienen atemorizados. No valen parches, como las ayudas a los parados de larga duración, o ayudas para los jóvenes, o ayudas para... Lo que se espera son reformas profundas, como la constitución, no por la vía de la prisa, una reforma que asegure derechos fundamentales: la sanidad universal y gratuita, la enseñanza, la dependencia, la vivienda, la ley electoral, las pensiones, la gratuidad de la justicia ....
Dejar muy claro a empresarios y banqueros que la especulación no tiene cabida en la economía productiva, que los puestos de trabajo deben servir para desarrollar capacidades, que deben ser sostenibles en el tiempo, que las empresas tienen que servir para crear riqueza y que esa riqueza debe ser compartida.
Sé que un panorama como el descrito anteriormente asusta, y es muy probable que no fuera aceptado en un primer momento, pero "la lluvia cala cuando cae suavemente y con constancia".
El cortoplacismo es la gran enfermedad de nuestra sociedad.