TODOS TENEMOS
LA PALABRA
Cada ciudadano
tiene el deber de expresar cómo quiere que ser gobernado. La renuncia del Rey a
seguir siendo el Jefe del Estado, es una decisión que va a traer un nuevo
elemento desestabilizador en esta crisis que estamos viviendo.
La decisión, salvo
que sea por razones de salud, es una actuación poco democrática. Abdicar
cediendo la jefatura del estado a su hijo, no es una renuncia a seguir
manteniendo una institución que está por encima de las leyes, sino que la
perpetúa aun más.
No debemos
tener miedo o reparos para opinar públicamente de lo que significa esta
institución y su comportamiento. A mi parecer, y siempre bajo mi punto de
vista, la monarquía fue una imposición del dictador y aceptada por el resto de
fuerzas políticas, para poder salir de la dictadura. Por lo tanto, no es
una institución elegida por el pueblo.
Si después de
cuarenta años de “democracia vigilada” seguimos pensando que es mejor “no
meneayo”, por lo que pueda suceder, esto nos lleva a pensar que los que
aceptaron la monarquía en su día, siguen presentes y en “la poltrona”.
Que la derecha
quiera seguir con el modelo me parece normal, ahora bien, que un partido
“socialista” y republicano diga que la estabilidad y el progreso está
garantizado por la figura del hijo del rey, nos hace prever que el futuro se
nos presenta muy oscuro.
Esta
abdicación ha sido pactada y preparada hace tiempo. En ese pacto han
participado los banqueros, las grandes corporaciones, los dos partidos mayoritarios
y no pocas embajadas. Ha sido a espaldas de los ciudadanos, como de costumbre.
Creo que se
vuelve a cometer el mismo error que en episodios pasados, se sigue pensando que
este pueblo no ha superado la etapa infantil y es necesario que los “padres de
la transición” sigan decidiendo por ellos.
Tomemos la
palabra.